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Apariciones de ultratumba

Y entonces habló José...

Y entonces habló José...

    La amenaza de Ángel Acebes se ha cumplido. Aznar me ha llamado esta mañana; quería verme en persona. Yo no quería verle, en verdad. Le he dicho que si le podía hacer la entrevista por el Messenger, pero me ha insistido mucho y –cómo no- me debo a mis lectores. Así que he cogido un AVE y me he plantado en su despacho de la FAES. José María quería explicarme que ha querido decir con sus últimas declaraciones, aquello de que hay que “contar con los mejores” del Partido Popular.

    En la puerta del despacho había un post-it: “Aquí se piensa en España. Llamar antes de entrar”. Por tocar los huevos he entrado sin llamar y he pillado a Aznar sacándose un moco. Algo sobresaltado, ha hecho una pelotilla con el moco y la ha tirado a la papelera.

ÓSCAR: Veo que nunca descansa, mister president!

AZNAR: Tengo España en la cabeza, incluidas Ceuta y Melilla. Estaba meditando sobre cómo rescatar a este país de las ordas zapateriles.

    Aznar en realidad me habla en inglés, pero tiene un servicio de subtítulos debajo del bigote. Está guapo, con su melena al viento. Estoy ante un hombre con poderes. Ustedes piensan que el aumento de los precios de los alimentos es por los biocombustibles. Mentira. Es porque cada vez que Aznar habla, el pan sube.

AZNAR: Mira, quiero aclarar mis palabras, y he elegido tu famoso blog para hacerlo –en este momento me he dado cuenta de que estaba ante un gran estadista-. He dicho que hay que contar con los mejores para el partido. Han creído que me refería a Acebes, Zaplana, María San Gil, Rodri Rato… Andan equivocados. Me refería a mi mismo.

ÓSCAR: ¡Ostia! ¿Vas a volver? ¿No querías ser presidente de Europa?

AZNAR: Llevo un tiempo llamando a Durao Barroso para ver si me acomodaban en Bruselas, pero no me lo coge, no sé por qué… El caso es que veo que el PP y España me necesitan. Nos enfrentamos a grandes enemigos…

ÓSCAR: ¿Te refieres a la ETA, la crisis económica, el cambio climático…? ¿O hablas de Zapatero?

AZNAR: No, no… ¡Mucho peor! ¡Hablo de Mariano Rajoy! El desagradecido ahora cuenta con Gallardón para su equipo. ¡Son una banda de acomplejados por ser de derechas!

ÓSCAR: ¿Pero no habíamos quedado que el PP era de centro?

AZNAR: ¡Los cojones! Estoy al día de las nuevas corrientes; ahora se lleva el fachismo sin complejos, como el de Berlusconi.

ÓSCAR: Vienes a decir que tú eres de derechas por seguir la moda, ¿no?

AZNAR: Efectivamente, yo en el fondo soy marxista, y en mi juventud fui punki.

    Tras decir esto, Aznar ha lanzado una carcajada, ha dicho algo en italiano y ha desaparecido tras una explosión de humo. Cuando se ha disipado el humo, he mirado debajo de la mesa y allí estaba Aznar acurrucado, murmurando: “Tengo carisma, tengo carisma…”. No le he querido chafar la ilusión y he hecho como si no lo hubiera visto. He salido del despacho un poco aturdido. Por el pasillo me he encontrado a Acebes; iba con la mirada perdida… Le he dado un abrazo.

                                                            ***

    La foto de José vestido de Cid -que apareció en El País en 1989- pertenece a la exposición Historia de la fotografía en España, que se puede ver en el Centro de Historia de Zaragoza.

Le atiende Eduardo

Le atiende Eduardo

    Eduardo Zaplana nos deja huérfanos de conspiraciones y se va a Telefónica. “Es una muy mala noticia”, ha dicho Esperanza Aguirre, sin precisar si era mala para el PP o para Telefónica. Yo soy de Vodafone, pero como no reparo en gastos, esta pasada tarde he llamado a Eduardo para ver que se contaba.

EDUARDO: Ding, dong, ding… Buenas tardes, llama a Telefónica. Le atiende Eduardo. ¿En qué puedo servirle?

ÓSCAR: Buenas Edu, que soy Óscar. Te veo muy puesto en el papel… ¿Pero cómo le das este disgusto a Mariano, que te quería como a un hijo?

EDUARDO: Efectivamente, como a un hijo… tonto. Yo ya he cumplido, he dejado al partido bien arreglao, con todo atao, la gente de buen rollo, y hasta cambié la moqueta de los despachos de Genova…

ÓSCAR: Bien arreglado, bien arreglado… Las elecciones no las ganasteis…

EDUARDO: Eso son detalles… Lo importante es la unidad del partido. Ahora en el partido todos vamos a una…

ÓSCAR: ¿Contra Zapatero?

EDUARDO: No, hombre, nooo… ¡Contra Rajoy! Bueno, algún despistao aún le apoya, pero mis amigos Fede y Pedro J. van con la Espe.

ÓSCAR: ¿Y no se te encoje el corazón al dejar a Ángel Acebes?

EDUARDO: Ángel… Él y yo hemos conspirao mucho juntos, hemos dao mucha guerra… Auguro un gran futuro para Ángel en el PP… Casi tanto como a Mariano.

ÓSCAR: ¿Te vas por qué crees que ya has cerrado un ciclo?

EDUARDO: ¿Pero tú me has visto cara de tonto? Me voy porque la cosa pinta mal y en Telefónica me dan un millón de euros por año… ¿Te crees que este moreno me sale gratis? Esto cuesta mantenerlo más que Terra Mítica.

ÓSCAR: ¿Estamos ante tu retirada definitiva?

EDUARDO: No, hombre, no… Mi retirada definitiva será a Marina D´Or, ciudad de vacaciones. Bueno, te dejo que tengo que llamar a la parienta; ahora me sale gratis y me hace perdidas para que la llame yo…

Fuente foto: elpais.com

Conversaciones con Jesús

Conversaciones con Jesús

    El sábado leí la lista de ministros del nuevo Gobierno de Zapatero. Caí en la más profunda desilusión. Ni Víctor Morlan ni Eva Almunia (más conocida como Lo que me contaron los muertos), oscenses de relumbrón, entraban en el nuevo ejecutivo. ¡Cachis en la mar! Pero lo peor no ha sido eso. José Luís no ha tenido corazón y ha excluido a Jesús Caldera.

    Me ha sabido mal por Jesús, un hombre tan amigo de Zapatero. Así que he cogido el móvil y lo he llamado. En el primer intento de hablar con Caldera ha salido el buzón de voz; me he cagado en sus muertos porque andaba mal de saldo. En el segundo, tras escuchar como tono de espera el Umbrella, he tenido éxito.

ÓSCAR: Hola, Jesús. Que me he enterado de lo tuyo y te llamo para ver que me dices.

CALDERA: Ya ves… No tengo nada que decir; yo respeto las decisiones del presidente…

ÓSCAR: Bueno, eso ya lo sé. Pero algo cabreadillo andarás con Zapatero...

CALDERA: No, no… No tengo nada que decir…Yo acepto lo que me diga José Luís. ¿Qué ministro? Pues ministro. ¿Qué liderar la renovación ideológica del PSOE? Pues a hacer el canelo. Yo lo que me diga José Luís…

ÓSCAR: Hombre, Jesús, no está mal tu nuevo cargo. Vas a ser como Aznar en la FAES…

CALDERA: No tengo nada que decir… Yo te digo que si el presidente me manda un nuevo y estúpido cometido, pues lo acato. Soy muy de acatar lo que me diga José Luís. Ya veremos si Miguel Sebastián le sale tan acatador como yo…

ÓSCAR: Miguel Sebastián…

CALDERA: Mira, no tengo nada que decir, pero Sebastián se puede meter su Ministerio de Industria por donde le quepa. A mí antes José Luís me invitaba a Moncloa a tomar el vermú los domingos, pero desde que conoce a Sebastián, ya no me llama ni para jugar a la Wii… Pero vamos, no tengo nada que decir…

ÓSCAR: Pues me tendré que conformar con estas declaraciones…

CALDERA: Ya te digo, no tengo nada que decir… Eso sí, aún me acuerdo como el jefe me decía hace cuatro años: “Jesús, si ganamos, la vicepresidencia es tuya”… ¡Los cojones!

ÓSCAR: ¡A pasar buen día, Jesús! Dale recuerdos a Zapatero…

CALDERA: ¡Recuerdos a tu familia!

Fuente foto: elpais.com

                                  ***

    Recuedos (cariñosos) a Carlicos, que tiene costumbre de comentarme este blog por los pasillos de Filosofía y Letras.

Un café con Ángel Acebes

Un café con Ángel  Acebes

    Estaba planchando cuando se me ha aparecido el espíritu de Ángel Acebes. Teniendo en cuenta de quien hablamos, mi acojone ha sido mayúsculo. Me he quedado paralizado unos segundos, hasta que he sido consciente de que se podía quemar mi camiseta de Woody Allen y he vuelto en mí. Como viene siendo costumbre, he saludado educadamente al ectoplasma pepero.

ÓSCAR: Buenas noches, Ángel Acebes. ¡Menudo susto me has pegado!... Me pillas aquí ocupado en mis labores.

ÁNGEL: Buenas noches. Es que iba camino de la Basílica del Pilar a pedir a la Virgen por mi futuro político, me ha entrado cansancio y he parado un momento a descansar… Ya me voy si molesto...

ÓSCAR: No, hombre, no. No es molestia. Te veo con mala cara, quédate un rato que te saco un café con pastas.

    He hecho pasar a Ángel Acebes al salón y le he servido café recalentado y unas pastas danesas de mantequilla. El pobre ectoplasma estaba pálido y sudoroso, así que le he preguntado qué le pasaba.

ÁNGEL: Ando estos días inquieto; el suelo se mueve bajo mis pies y no sé a dónde aferrarme. Hace una semana, Zaplana anunció que dejaba de ser portavoz parlamentario. Ayer mismo, Rajoy nombró a Soraya Sáenz de Santamaría nueva portavoz… Esto huele a renovación en el PP.

ÓSCAR: Pero Rajoy no ha dicho nada sobre ti…

ÁNGEL: ¡Aún peor! Ha dicho algo de trabajar con su propio equipo... Manejo dos líneas de investigación. La primera, que Rajoy me dé la patada. La segunda, que me mande a Marina D´Or con Zaplana… Por cierto, este café está muy bueno.

ÓSCAR: Es del Mercadona; las pastas también... Sobre lo tuyo, igual es mejor que reces a San Antonio, patrón de los imposibles. De todos modos a mi lo que me inquieta es otra cosa…

ÁNGEL: ¡Ah! Supongo que te extrañas de que el espíritu de un vivo se te manifieste. Tiene una explicación: yo soy lo que se conoce en la jerga como un “cadáver político”…

ÓSCAR: No, no. Eso lo daba por hecho. Lo que me extraña es que hayas tardado tanto en aparecerte, porque ya hace cuatro años que estás en este estado.

    Aunque no era mi intención faltar, parece que a Ángel Acebes esta observación le ha jodido un poco. Lo ha tratado de disimular con la misma sonrisa que puso cuando el PP perdió las elecciones. Me ha dado bastante repelús. Ángel se ha levantado y se ha ido, no sin antes comentar que iba a recomendar al fantasma de Aznar que se me apareciera. Un escalofrío de terror ha recorrido mi cuerpo.

                                                ***

    Todos deberíamos apoyar a Acebes en estos terribles momentos. Unámonos a la iniciativa de saveacebes.org

La agenda de San Antonio de Padua

La agenda de San Antonio de Padua

    El otro día iba caminando por Belver en medio de la niebla terrorífica del Bajo Cinca, cuando sin previo aviso se me apareció San Antonio de Padua .

SAN ANTONIO DE PADUA: ¡Óscaaar, Óscaaaaaaaar! Soy San Antonio de Paduaaaaa...

ÓSCAR: Ya lo sé. Por un momento he pensado que eras Konrad Adenauer que venía de nuevo a joderme la vida, pero te he reconocido enseguida.

SAN ANTONIO DE PADUA: Cierto, somos viejos conocidos. Viniste a verme en el año 2000.

    Sí esto fuera una película, ahora habría un difuminado que daría paso a un flashback. Imaginen ustedes el efecto, y lean lo que paso hace siete años. Tenía yo por entonces 16 años y cursaba cuarto de la ESO en Alcolea de Cinca. En votación democrática decidimos irnos de viaje de fin de curso a Italia. Eso sí, fuimos hasta allí en bus y chándal, que a esas edades no se tiene talento alguno.

    Nuestro viaje a Italia se resume en iglesias y torres más o menos inclinadas. En Padua visitamos su basílica, donde reposan las reliquias de San Antonio, patrón de los imposibles. Ahí puede verse su lengua incorrupta y distintas partes de su cuerpo que Nuestro Señor guardo en conserva por los siglos de los siglos, amén. Ante su sepulcro, mi tutora Mari Carmen me sugirió que le pidiera un deseo. Yo le contesté que por mí chachi, pero que como era un poco ateo no creía en esas cosas. Mari Carmen, con ese pragmatismo tan suyo, me dijo “Tú pide, que no pierdes nada”. Pues, aú, a pedir. Así que puse la mano encima de la lápida y, con mucha fuerza, le recé al santo: “San Antonio de Padua bendito, espero pillar cacho pronto”.

    Se acabó el viaje y San Antonio pasó de mí como de la mierda. Trascurrió el tiempo –porque el concepto importante del deseo era “pronto”-, y San Antonio no hacía milagros. Así que me volví ateo perdido, y regalé a mis tías las estampas del santo.

    Siete años después, aquel santo algo cabrón se aparecía ante mí.

ÓSCAR: ¿A qué vienes ahora, San Antonio de Padua? ¡Sí por ti fuera aún me estaría comiendo los mocos!

SAN ANTONIO DE PADUA: ¡Ah, pero no fue sólo mi culpa! ¿Tú te has visto en un espejo? He venido ha decirte que no puedo atender tu petición, que tengo la agenda llena.

ÓSCAR: ¡Pues a buenas horas me avisas! ¡Siete años después! ¡S-i-e-t-e! Vergüenza te tendría que dar. Vale que no cumplieras el deseo, pero es que además parece que hayas trabajado en contra de mi estabilidad con las mujeres.

SAN ANTONIO DE PADUA: ¡Ah, eso sí que no! Quizás si te hubieras dejado el pelo largo y patillas hubieras triunfado. Por no hablar de esas gafas que me llevas… No ha sido cosa mía. Lo que pasa es que tengo que atender otras peticiones, no seas egoísta. Por ejemplo, Bush me reza todas las noches para lograr la paz mundial; un tal Mariano me reclama últimamente para no-sé-qué de unas elecciones en España; Rouco para lo mismo. Lo de los besos y el amor en general lo dejo para cuando el mundo vaya mejor.

ÓSCAR: En verdad, aún me dirás que tendría que haber pedido por los demás… ¡Aú, lárgate con Konrad Adenauer!

    Y San Antonio de Padua se esfumó, no sé si asustado por mi rabia o porque vio que tenía una llamada perdida de San Pedro. Yo me fui hacía La Elvireta a buscar el ABC o algo más fuerte…

La imagen es de la Wikipedia .

 

 

Adenauer contra la estabilidad

Adenauer contra la estabilidad

 

    Estaba yo soñando con chicas que me iban a dar la estabilidad emocional, cuando de repente se me apareció Konrad Adenauer .

KONRAD ADENAUER: Óoooscar, Óoooscar, soy Konrad Adenauer. Fui presidente de la República Federal Alemana…

ÓSCAR: Buenas noches, Konrad Adenauer –ante todo educación-. Te conozco por las clases de Historia del Mundo Actual. Pero yo ahora estaba en otros menesteres…

KONRAD ADENAUER: ¡Calla, renegado de la Historia! ¡¿Cómo es posible que aún no hayas hablado de mí en tu blog?! Yo en mis tiempos cortaba el bacalao; Kennedy venía de visita a Berlín a merendar pastas de mantequilla conmigo…

ÓSCAR: Bueno, Konrad, pero el alcalde de Berlín era Willy Brandt, que además después ganó las elecciones.

 

    Konrad se había aparecido chulito, pero ahora estaba empezando a echar espuma por la boca y se le hinchaba la vena del cuello. Como era una aparición, no temí por mi integridad física.

 

KONRAD ADENAUER: Vuelve al sendero de la Historia y escribe sobre la Guerra Fría, que eso sí que eran buenos tiempos. ¡El peligro comunista estaba a las puertas de Europa! ¡Y nosotros comiendo francfurts y bebiendo cerveza!

ÓSCAR: Konrad, te lo digo como lo siento: tú ya no eres de interés informativo. ¿Me puedes dar una exclusiva? ¿Me puedes hablar de Gran Scala?

KONRAD ADENAUER: Es que a los entes ectoplasmáticos no se nos permite hacer declaraciones a la prensa…

ÓSCAR: Aú, pues a tomar viento, que me esperan unas mozas. Deja por ahí tu tarjeta que si acaso se la pasaré al servicio de documentación.

 

    Y Konrad Adenauer se esfumó con cara de boniato. Yo traté de reincorporarme al sueño de las mozas estables, pero me dejaron un post-it diciendo que ellas no estaban para esperar a nadie. Maldito Konrad…