Acto 1
03.00 de la madrugada del sábado.
Una pareja de jóvenes regresa a casa después de salir un ratico por la Madalena. Son pobres, pero pillan un taxis hacia San José. Cuando van a meterse en el portal, aparece un gatico maullando ante ellos.
Ella: ¡Ay, qué gatico más majo!
Él: Muy bien, vamos a dormir.
Ella: Pero miralooo, que majo es, y está solito.
El gatico usa su mirada tierna, maulla, y se deja acariciar.
Él: Será de alguien, déjalo ahí y ya sabrá buscarse la vida.
Ella: Pero va a llover y a ver si lo va a atropellar un coche...
Él abre la puerta del portal, y el gatico se mete para adentro impunemente. Vuelve a abrir la puerta, y el gatico sale. Cuando está dentro, quiere salir. Cuando está afuera, maulla y rasca la puerta para entrar. En esas pasa un yayo -¿qué hará un yayo a esas horas por ahí?-. El yayo les insta a que lo metan dentro del portal, que a ver si lo van a atropellar. El gato entra y da pena. Ella, corazón sensible, le baja un tazón de agua. El animalico pasa del agua. Ella sube de nuevo a por un papel para dejar una nota en la puerta y que nadie lo eche a patadas a la calle, que el gatico será de algún vecino. Mientrás, él espera, y el felino se acurruca a su lado. Ella baja con la nota, y en esas llegan un par de vecinas. Una pasa del tema, la otra no.
Vecina: ¡Ay, el gatico!
Ella: Pobrecico, ¿qué hacemos?
Él: Déjalo aquí, ya se apañara...
Las dos: ¡Ay, el gaticoooo!
El gatico de los cojones se revuelca por el suelo y se deja acariciar. Eso es trampa, piensa él. Al final acuerdan dejar una nota que reza algo así como: "Anoche apareció un gato en el rellano, el dueño debe de ser del bloque, no dejar salir". Con la conciencia más tranquila, los tres cogen el ascensor y suben a sus respectivos pisos. El gato, obediente, se queda abajo.
Acto 2.
04.00 de la madrugada.Los jóvenes, con el pijama puesto, se disponen a dormir. Él, plácidamente. Ella, no.
Ella: ¡Ay, el gaticoooo!
Él: Dejalo estar que estará bien...
Ella: ¡Ay, el gaticoooo!
Él: Que sí, que sí...
Ella: El gaticoooooooo...
Finalmente, se forma un operativo de rescate. El gatico sube en el ascensor, y se instala sobre una cama de una habitación libre. El gatico, contento; ella, tranquila; él, sueña con que el gato le lame la cara. Entre sudores frios grita: ¡El gaticooooo!
Acto 3.
10.30 am.
El animalico ha decidido esconderse debajo del edredón, y el operativo de localización no deja dormir. La gran pregunta.
¿Qué hacemos con el gatico?
Él vota por mandarlo a escaparrar; ella lo desaprueba, pero es alérgica a los gatos. Él, cagándose en el puto gatico de los cojones, recurre a la respuesta habitual a todas sus grandes dudas: el primo Chic.
El primo Chic remite a la asociación Alborada, con la que ellos tienen un gato de acogida en su piso. Ellos son el primo, Dani y la prima del primo. En la oenegé no dan más respuesta que, si lo llevan a la protectora del ayuntamiento, allí lo matarán en tres días. ¡Ay, el gatico!
Se impone llamar a Dani. Es como un ángel de la guarda de los animales. En su piso de acogida tienen a los periquitos Melocotón y Madalena, a la coneja Yoko Ono y a la gata Audrey (en la imagen). Dani es una buena persona, es una especie incomún, y decide acoger al gatico de los cojones.
El gatico de los cojones es muy bonito, muy bueno y muy, muy cariñoso. Ella lo salvó, Dani lo acogió... Solo falta alguien que lo adopte. Él, el desalmado de esta historia, no será el que lo haga.