Tan cansina y tan azul
Días de asueto y de apolillamiento. Días de leer prensa, como un burgués de todo a cien. Últimamente leo La Vanguardia. No tanto por convicción como por cansancio de “El diario global en español”, antes El País sin tilde. Le ha sentado mal la acentuación a El País.
Ya con perspectiva , creo que las cabezas pensantes de El País cometieron un error de bulto. Se supone que un diario en papel ya no puede competir con Internet a la hora de ofrecer noticias. Es más, los propios diarios se han hecho el harakiri al fomentar sus ediciones digitales; un harakiri por otro lado inevitable. Un diario en papel tiene ahora que ofrecer cosas distintas: noticias impregnadas de una justa pátina de interpretación; opinión plural-no es utópico, ahí está La Vanguardia-; y –aunque parezca un asunto menor- comodidad para su lectura.
¿Y qué hizo la maravillosa tilde azul? Desplazó “Opinión” a más allá de la mitad del diario, justo detrás de “Economía”, esa sección que marca nuestras vidas pero que nos importa un pimiento y nunca leemos. Resultado: el lector llega a “Opinión” cansado, harto de noticias igual de espesas que antes, y además se encuentra unos peñazos mortales por demás previsibles. Es cierto que las noticias se intercalan con columnas de análisis, pero en muchos casos igualmente previsibles. Lo más sorpresivo que ha hecho El País en los últimos tiempos es intentar derribar el mito del Ché, y salió bien escaldado...
Bueno, como gran agudeza está copiar “La Tercera” de ABC en una página que se llama –¡ole!- “La Cuarta”, y que aparece nada menos que en la página número ¡31! También fue bastante innovador designar como personaje del año a Juan Carlos de Borbón. Un intento más sutil de originalidad ha sido copiar “La Contra” de La Vanguardia, con una última página en que se hace un amago de entrevista invitando a almorzar a un personaje de interés. Les va a salir caro el invento, porque los personajes de interés suelen almorzar con vino Enate del Somontano... Fuera de ironías gruesas, sigo leyendo El País muchos días, porque “el que tuvo, retuvo”.
Algunos de mis amigos, hastiados de El País, se han pasado a Público. Yo tengo alma de burgués catalán y me compro La Vanguardia. Hace ya tiempo que hablé de las bondades del diario del conde de Godó. El pasado sábado, onomástica de su majestad Juan Carlos, La Vanguardia dio otra muestra de su buen hacer. Al Rey le dedicó cuatro páginas. Todo bien y nada mal, pero tratado correctamente y con amenidad, con un espacio ínfimo en la portada y sin rastro en opinión. Y lo mejor estaba en “Internacional”. Obama gana el caucus de Iowa y pronuncia un discurso formidable. ¿Y qué hacen en La Vanguardia? Pues traducen el discurso y lo ofrecen íntegro a los lectores, y te encuentras que es realmente memorable:
“La esperanza, la esperanza es lo que me ha conducido hasta aquí, con un padre de Kenia y una madre de Kansas y una historia que sólo podría ocurrir en los Estados Unidos de América. La esperanza es el cimiento de este país, la creencia de que nuestro destino no será escrito para nosotros, sino por nosotros; por todos los hombres y mujeres que no se conforman con el mundo tal como es, sino que tienen el valor de rehacerlo tal como debería ser”
Esto sí es una americanada y no lo de Gran Scala...
(Tampoco es que La Vanguardia se salga de su surco editorial. El domingo dedicó un editorial a Juan Carlos. También salía el Rey en la portada del Magazine, que incluyó unos artículos un poco, un poco... flojos. Para compensar, dedicó su buen espacio al libro recopilatorio de la agencia Magnum)
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Después de unos cuantos artículos de los que Dani califica como “pajas mentales”, he decidido hablar de algo pegado a la tierra. Lo que no acabo de columbrar es si cuando aviento mis fans se quedan con la paja o con el grano...
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