Escuchar al tocino gruñir fuerte
En Italia vimos un cerdo no volando, sino paseado por un pijo frente al Coliseo. Me recordó en cierta manera a Dr. Slump, donde se podía “escuchar al tocino gruñir fuerte”, con aquellos toques surrealistas del primer y más brillante Akira Toriyama. En homenaje va lo que sigue. ¡Tintintintikitikitin!
***
Los habitantes de Villa Pingüino no entendían a aquel hombre venido de la gran capital, donde aseguraban que había cosas como semáforos, policías y otros inventos del demonio. El tipo, un esnob redomado, quería llevarse un cerdos como mascota y se fue a la granja más cercana a por uno de ellos.
Los cerdos lo miraron mal. El pijo se puso a elegir un animal de la piara, y estaba dispuesto a pagárselo al granjero, que en aquel momento orinaba contra la tapia del vecino, escribiendo su nombre en alfabeto cirílico. Mientras examinaba los ejemplares, el urbanita pisó una caca de cerdo y resbaló. ¡Pobre caca, murió sin previo aviso!
El pijo intuyó que su nueva fragancia podía causar furor entre sus amistades, pero no desvió la atención y, por fin, eligió a un cerdo. El aludido, al ser requerido por el tipo, expuso sus condiciones: un contrato fijo de 1.400 euros al mes, más un plus por objetivos. El urbanita no se esperaba aquella negociación, aunque el granjero ya le había advertido, a la par que se sacaba un moco, que sus animales leían Mi Cartera de Inversión mientras escuchaban a Bach.
El pijo trató de ofrecer al puerco una colaboración como becario durante el primer año, que podría extenderse después con un contrato como adjunto de mascota junior. El cerdo no accedió, y sacando su Kalashnikov, disparó hasta 16 veces sobre el hombre, al que no quedó más remedio que volver a casa con las manos vacías. Eso sí, el pie derecho le olía a mierda que mataba.
El granjero nunca encontró esposa.
***
Perdonen este despropósito.
1 comentario
Chic -