El periodista incomprendido
Las verdades de G. K. Chesterton sobre el periodismo.
- Usted nos ha arrancado nuestras historias, y lo ha hecho procediendo con perfecta corrección. ¿Quiere usted decir realmente que si las publicase tendría que aparentar que sólo lo había podido lograr de manera descortés?
- Lo creo así –contestó el señor Piñón moviendo gravemente la cabeza-. Si publicase su historia tendría que decir que derribé la puerta de la clínica del doctor Judson en el momento que estaba vendando a un individuo con el cuello cortado, y que no le dejé terminar hasta que me contó la historia de su vida. Tendría que decir que el señor Nadoway iba a reunirse con su madre moribunda cuando yo asalté su automóvil y conseguí su opinión acerca del capital versus trabajo. Estaría obligado a escalar la casa del tercer caballero o hacer descarrilar el tren del cuarto, o hacer algo para demostrar a mi director que tengo dinamismo de reportero. Sin duda, no es necesario hacer eso realmente, y la mayor parte de las cosas pueden hacerse por medios decentes y hablando a las personas en términos adecuados. O, más bien –y de nuevo retuvo una sonrisa-, dejándoles hablar a ustedes.
- ¿Cree usted –preguntó el hombre grande pensativamente- qué esa clase de sensacionalismo impresiona realmente al público?
- No lo creo –dijo el periodista-. Más bien creo que no le impresionaría. Pero impresiona al director, y en eso es en lo que tengo que pensar.
G. K. Chesterton, El Club de los Incomprendidos, Valdemar, 2005.
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