Transposición en el tren
El máster concluyó entre canapés, tal cómo comenzó. Bueno, en verdad los canapés de la clausura fueron algo mejores que las croquetas de Filosofía y Letras. Pero qué encanto tenían aquellas las croquetas…
***
Tras la fiesta, regreso a Belver. Y vuelta con el tren regional a Zaragoza. En un vagón escaso de viajeros, leía entretenido las últimas páginas de “El Club de los Suicidas”, de R. L Stevenson. Levanté la vista un momento y tuve un pensamiento para Stevenson, al que muchos conocen sólo por “La isla de tesoro”, y del que pocos han leído la maravillosamente divertida “Aventuras de un cadáver”.
Con esas reflexiones gafapastas me quedé un poco transpuesto de mi alma, con la cabeza dando botes contra la ventana del vagón. El estrepitoso ruido de la lluvia golpeando el techo me despertó, justo antes de entrar en los túneles que conducen a la estación de Delicias. Esa mañana habían inaugurado la red de cercanías de Zaragoza, y el trayecto subterráneo se vio algo alargado.
Así, durante más de diez minutos, el tren recorrió el freático de la ciudad, e incluso puede que el trifásico. Aún no recuperado de la transposición, mi mente imaginó que cuando saliera a la superficie, un mundo de flores y primavera me recibiría. Pero no, encontré la fría estación con sus obras pre-Expo. Y la lluvia caía con tanta fuerza que, recuperada mi alma para este mundo, maldije aquella fiesta del agua en la tierra.
***
Por la tarde escampó y fuimos a buscar la acreditación de prensa para la Expo. Los sábados, si las prácticas en Heraldo lo permiten, tenemos una cita en la radio autonómica desde el pabellón de Aragón.
1 comentario
Falceitor -