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Soy más de pueblo que un arado. Capítulo 8: Pleitos tengas...

Soy más de pueblo que un arado. Capítulo 8: Pleitos tengas...

Querido urbanita almendrón:

    Llevo tiempo sin aleccionarte sobre la realidad rural, pero espero que hayas podido desenvolverte con las primeras lecciones. Lo cierto es que temas hay, pero son peliagudos. Así pasa con el de hoy. Porque tú te piensas que en la ciudad tenéis conflictos interpersonales importantes, juicios y cosas de abogados. Pero en los pueblos tenemos un concepto mucho más complejo: los pleitos.

    Los pleitos vienen a ser los enfrentamientos entre vecinos del pueblo. Suelen tener origen variado, pero hay una tipología más o menos establecida. En primer lugar están las tierras. Un urbanita piensa que con tener una escritura firmada por un notario, ya está todo resuelto y nadie te puede negar que lo que pone ahí es verdad. Pero, ¡ah, amigo!, en los pueblos las cosas no son así. Resulta que un buen día descubres que tu vecino de parcela está arreglando su terreno y ha decidido que la marguin (linde) que tu creías tuya es suya. Así que ha cogido el aladro (arado), ha roto la marguin y toda para él. Ya la tenemos montada. Tú vas a su casa de buenas maneras y le dices que eso está mal, que habrá sido un error. Él no lo reconocerá nunca, aunque le lleves las escrituras. Entonces tú decides que como no atiende a razones vas a recurrir a la ley. La ley no es un abogado, es la ley de tus santos cojones.

    Así que, como el que no quiere la cosa, se pasa al segundo tipo de pleito: los caminos. Como das por perdida la marguin, optas por joder a tu vecino cortándole el camino a su trozo de tierra. El camino pasa por el medio de tu terreno, así que decides colocar unas piedras y levantar una tapia, y por ahí no pasa ni Dios. La cosa se va calentando. El vecino va a tu casa, y de buenas maneras, te dice que aquello no está bien. Tú le recuerdas lo de la marguin. Ya la tenemos montada. De las buenas maneras pasamos a los adjetivos calificativos que hacen santiguarse a las yayas.

    Llegados a esta fase, alcanzamos un tercer tipo de pleito: la venganza tocahuevos. Te has dejado de hablar con el vecino de parcela, y ahora os dedicáis a faltaros en el bar. Normalmente cuando hay pleitos, los que más los sufren son los parroquianos del bar. Llega al café tu vecino agraviado y se pone a faltarte. Todos asienten, porque sus explicaciones van arropadas por datos y afirmaciones fuera de toda duda. Al rato llegas tú. Tu rival apura su café y se va rápido. Entonces tú empiezas a exponer tu causa como si estuvieras en los juzgados. Es lo más parecido a un jurado popular que se verá en un pueblo. Un jurado que acaba con la cabeza como un bombo… Como la sentencia es favorable para ambos –no es plan negarle la razón a alguien-, los dos pleiteantes os veis cargados de fuerza moral para seguir jodiéndoos mutuamente. Así que decides que ya que tienes que echar una cuba de purines, qué mejor que hacerlo en el campo de tu vecino. Y tu vecino robatierras piensa que tu terreno es un buen vertedero para los escombros de las obras de su casa… y asín ad aeternum.

    Otra variante de los pleitos es la hidrológica. Es un poco como el tema trasvase del Ebro, pero en acequias. Tú tienes turno de riego de dos horas, pero otro labriego decide sacarte la pala media hora antes, que él emplea más agua… Y ya la tenemos liada.

    Hasta ahora, querido urbanita, te he mostrado unos casos de enfrentamiento entre vecinos. Pero esto es una tontería al lado del tipo de pleito más fuerte: las herencias. Guerras fratricidas. Se muere el yayo y no ha dejado el testamento claro. En realidad sí lo ha escrito bien claro ante un señor notario, pero a ti no te parece bien. El yayo ya desvariaba, no es posible que le haya dejado más al hermano/a tonto/a que a ti. Y aquí empieza el pleito. Esta es una contienda perdida de antemano, porque la ley es la ley, aquí no cabe la jurisdicción de los santos atributos. Pero el rencor te llevará a dejar de hablar al hermano/a, a mirarlo mal, a que los primos no se hablen tampoco entre sí… Una inquina acumulada que no se extinguirá por generaciones. Se da el caso de gente que no se habla y no se acuerda por qué.

    Pensarás que en los pueblos estamos sin civilizar, que esto recurriendo a los abogados y los jueces se arregla asépticamente… No funciona así. Lo de recurrir a la justicia es algo accesorio, pero todo lo demás pasos se hacen igual. Porque en los pueblos nos pasamos la ley por el forro…

                                                    ***

    Según mi abuela, los muertos no se quedan quietos en su tumba, sino que bailan el Rascayú… Y miren que encuentro en el Youtube; esto sí que es para que dancen…

5 comentarios

Falceitor -

Filósofo rural, cuánto nos iluminas con tu genialidad!! La herencia de tus padres ya la has cobrado en neuronas. Que se quede tu hermano con los Euros... que después de todo son solo eso, Euros.

Alicia -

jejejej! esta sección también tengo que felicitarla! y cuánta verdad tienes en lo de los pleitos de tierra...ayyy! esas "marguins" que no se respetannnn!!! :P

Chic -

Pues yo creo que tiene razón el de las piedras. Ande va a parar: el otro seguro que es de Belver o algún sitio así.

romero -

q hace Rouco disfrazado y cantando con Alaska????

Mireya -

Ya teníamos ganas de otra entrega! jaja. Oye, y eso de picapleitos es de pueblo tb? jaja