Post de mi fin de semana apolillado
- Es usted encantador.
- Lo que usted ve no es nada: tengo una bailarina de Bali tatuada en el muslo derecho.
El Sueño Eterno, 1946.
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La chica del flequillo me pregunta que qué tal mi fin de semana. En realidad, como es un poco puñetera, me pregunta si me he “apolillado” mucho. “Lo normal”, respondo. “Podrías escribir un post sobre tu fin de semana apolillado”- me sugiere entre risas. “Creo que lo haré”, le digo. Así que no me queda más remedio que escribir el “Post de mi fin de semana apolillado”.
El viernes por la tarde tengo libre. Como me quedo solo en el piso, decido coger provisiones en la Biblioteca. Algo de cine no estaría mal. Busco entre las estanterías alguna del tío Woody, pero recuerdo que tengo sobre la mesilla su último libro, Pura Anarquía, que me dejó el primo Chic. No quiero saturarme de Woody y miro algo diferente. Encuentro El Sueño Eterno, con Bogart y la Bacall, basada en la novela de Raymond Chandler. No me puedo resistir y la cojo. Pero necesito algo más, así que me voy a la sección de cómics y me viene a la mano El diario sentimental de Julián Pi. Con estos pertrechos me dispongo a afrontar sábado y domingo.
Aprovecho la tarde libre para hacer la colada y limpiar la cocina. Soy un hombre de mi casa. Aparece inesperadamente por el piso el primo Chic. Decidimos ir al cine. Como somos un poco comediantes simulamos que discutimos qué película ir a ver. Pero los dos pensamos en la misma –o eso creo, ¿no?- y vamos a ver Michael Clayton. En la sala de cine nos vemos rodeados de yayas con permanente que han ido a ver a George Clooney. Cuando acaba la película las yayas quedan muy decepcionadas: la trama es complicada y George esta fondón y serio. Nosotros decidimos que nos ha gustado, aunque Chic opina que todas las cintas de abogados son iguales.
El sábado amanezco con la firme determinación de acabar el trabajo de documentación para el máster. Pero mi convicción es frágil, y mucho más cuando me veo obligado a bailar la “danza del wifi” por el piso en busca de conexión a Interné. Me río yo de Nacho Duato y sus piruetas. El día transcurre anodino, hasta que hablo con María Argente vía Messenger. María Argente me avisa de que han publicado una carta mía en el Heraldo. “¡Ay, redíos! ¿Por qué no me comprare el Heraldo el fin de semana?”, pienso mientras doy aviso a mi casa. Mi padre lee el Heraldo por la noche en el bar, levanta un poco una ceja y musita “ah”. Mi abuela dice que no sabe muy bien de qué va el tema, pero que, oye, el pequeño sale en el diario. Y yo sin poder ver la dichosa carta, mientras las polillas se hacen las dueñas del piso.
Por la noche me hago una auténtica cena de soltero basada en tostadas con ajo, mientras veo Informe Semanal como un auténtico yayo. Cuando acaba, me abro un kinto San Miguel y pongo El Sueño Eterno a que dé vueltas en el deuvedé. No me entero muy bien de quién es el asesino, pero ver a la Bacall y a Bogart me basta. Antes de irme a dormir, entro en la cocina. Una cucaracha me saluda con sus antenitas. “Debí haber limpiado mejor”, pienso mientras acabo con ella.
El domingo trascurre tan insulso como el sábado. Las polillas me acechan sin descanso. Tomo como banda sonora del día a Duke Ellington, y sigo bailando la “danza cibernética”. Por la noche vuelven mis compañeros de piso. Mientras calentamos la cena, el microondas, harto de su vida mecánica, decide autodestruirse en un espectáculo de chispas y fuego. No hay mejor cierre para mi fin de semana: fuegos artificiales en la cocina. Las polillas, asustadas, se retiran hasta el próximo viernes.
3 comentarios
joaquin -
Ya ves aqui toy con chic en el lago ness como dos viejos tomando café jajajaja. Haber si te apuntas con nosotros y haremos el trenecito.
Y me dicen que vengas a Madrid que te ponemos cama supletoria.
Chic -
Seguro que el micro se lo cargó mi otro primo. Sin velo lo veo.
Re -
Así que no se que es peor, si un fin de semana apolillado por decisión propia o un finde lleno de expectativas y que no puedas realizar ninguna....
Por lo menos tuviste fuegos artificliales...