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Vacaciones pagadas

Vacaciones pagadas

Es lo que tiene. Uno se hizo becario para esto. Para tener vacaciones pagadas. Qué bien. Todo un mes para disfrutar de los encantos de Belver de Cinca. Qué gusto. De momento la primera semana está siendo intensa, como el orgasmo de una babosa. La semana que viene me iré a la capital de Europa, así que, diga lo que diga a continuación, hay que restarle dramatismo.

Aterricé en Belver procedente de Huesca, tras un intenso viaje en coche de línea. No es un recurso literario, es un coche de línea de los de antes, de los de yayos con gallinas en el portamaletas. Nada más llegar me corté el pelo en el Maje. Me dijo el Maje que tenía canas. Peino canas, vamos. Estoy mayor. “Del estrés”, me dijo. “Eso debe de ser”, respondí. Ya estaba en Belver.

Al día siguiente, sin agobios, bien dormido y bien comido, por la tarde fui a aclarecer. El urbanita necesita aquí una aclaración, valga la redundancia. Aclarecer es quitarle al melocotonero el exceso de frutos para que los que queden en el árbol crezcan más y alcancen un tamaño adecuado. Como todo lo que suena técnico, es muy cansino.

Aclareciendo escuche por la radio que se había muerto David Carradine. Kun-fú, para todo hijo de vecino. Pobre Kun-fú, dicen que se colgó de la cuerda de las cortinas en su hotel de Bankog. En la radio se deshuevaban con el fallecido Kun-fú. Llamaron incluso a Juanjo Puigcorbé, que había trabajado con él en una película. “Era el tipo con mayor habilidad en las manos que he conocido”. Toma semblanza. Un dato muy humano. Até hilos, como el propio Carradine con su cortina, y pensé que con esa misma habilidad había hecho el nudo que se ató al cuello.

Cuando llega el momento del descanso, leo ‘La deriva de España’, del grandísimo Enric Juliana. Decir que leo es faltar a la verdad: devoro. Según Juliana, el gran impulso que mueve este país es “Nosotros no vamos a ser menos que…”. Normalmente la frase acaba en “los catalanes”. El periodista de La Vanguardia no se caracteriza por demostrar preferencias partidarias, pero sí insiste en la figura de Felipe González, que califica como el mejor político del siglo XX español. Y lo sostiene con un buen argumento: 118.000 millones de euros en ayudas gracias a la entrada en la Comunidad Económica Europea. “Un arco del triunfo debería conmemorarlo en Madrid, y una placa en homenaje al contribuyente alemán debería exhibirse en la plaza de cada pueblo”. Danke.

Los melocotones, bien, gracias.

 

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