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Una tapa con… Barack Obama.

Una tapa con… Barack Obama.

“No te preguntes qué puede hacer el blog por ti, pregúntate que puedes hacer tú por él”. Con esta filosofía encaré un nuevo reto: tomarme una tapa con Barack Obama. El desafío exigía superar varios obstáculos, entre ellos quedar con Barack, porque, como presidente electo, no puede hacer uso del móvil ni de su correo electrónico –b_obama[a]hotmail.com-. Así que no escatimé en medios y  me fui hasta Chicago para quedar con él. Una vez allí, nos reunimos y barajamos varios emplazamientos para la entrevista. Al final optamos por un punto que nos quedara a mano a los dos, algo céntrico, así que el lugar elegido fue el Bar Musical La Bruja, en Belver de Cinca. He aquí el resultado:

 

“La Casa Blanca necesita pasar por el IKEA”

 

BELVER DE CINCA. (Enviado especial). El presidente electo llega solo a la cita en el Bar La Bruja. Hay quien lo llama la soledad del poder. “No era plan acudir con toda la peña, imagínate que hay invitar a todos… Estamos en crisis”. Obama respira tranquilo tras ver que los parroquianos no le prestan atención. “Este pueblo es un ejemplo de respeto a la diferencia”, dice. Un rato después, se extraña cuando alguien le ofrece ir a podar melocotoneros por 5 euros la hora: “¡Qué gente más bromista!”.

 

Barack pregunta por la especialidad en tapas de la casa. Al rato, se deleita con un quinto San Miguel ante unas patatas artesanas Lays, antes Matutano. Obama, entre patata y patata, desgrana sus prioridades. “Lo primero es sacar la moqueta de la Casa Blanca. Nunca me ha gustado la moqueta, supongo que pondremos parqué. El terrazo quedó descartado porque yo soy mucho de andar descalzo y es muy frío”, afirma con rotundidad.

 

Al presidente electo le brillan los ojos cuando habla de su proyecto estrella, refundar el capitalismo entre muebles de IKEA. “El otro día fui a Puerto Venecia y me quedé maravillado. Tiraremos todos esos viejos muebles del siglo XVIII y pondremos sillas Jander y estanterias Glöner. Lo que más ilusión me hace es comprar una mesa Fülker para extender los planos de Afganistán”, detalla acentuando cada una de las sílabas: “Af-gá-nís-tán”. Ante las dificultades de montaje de estos muebles, Obama se aferra a su lema: “Sí, podemos”, dice una y otra vez.

 

Obama sabe que alguna de sus decisiones no será entendida. “La Casa Blanca hay que repintarla de arriba abajo –asegura con encendido verbo-; dada la situación internacional y el precio del crudo, lo mejor sería de azul marengo. Además, quiero evitar más chistes fáciles… Sin embargo, espero llegar a un acuerdo con el senador McCain al respecto y trabajar juntos por este país”.

 

El aún senador por Illinois hojea mientras come las páginas del Diario del Altoaragón. La política exterior va a ser una prioridad para el futuro mandatario. “Quizás elija como Secretaria de Estado a Hillary Clinton o a John Kerry, ya veremos… ¡Diablos, nunca he entendido el humor de Gofi!”, reconoce.

 

La bolsa de Lays no da para más. Obama se despide con la mano y sale del bar, camino de su futuro. “Sí,  podemos”, resuena en el alma del mundo. “Sí, ¿me puede dar una participación de lotería de aquí?”, resuena en el bar, ya que Obama ha vuelto para comprar un número del sorteo de Navidad. Qué la suerte le acompañe.

 

Fuente foto: lavanguardia.es

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