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Soy más de pueblo que un arado

Soy más de pueblo que un arado

 

    Observen como sonreía este incauto antes de que el SEPRONA le preguntara por la licencia de pesca

 

Querido lector:

 

    Me he ausentando unos días de mi cita blogera porque he estado en el pueblo. Pido disculpas a mis miles de fans. Volviendo a Zaragoza en tren, he estado leyendo la prensa y bastantes noticias me han sugerido temas serios para hacer un post. Sin embargo, siguiendo la que ya parece rutina de este blog, voy a hablar de un tema chorras. Eso sí, a partir de una noticia de EL PAÍS, que da relumbrón cultural al asunto.

 

    Leo en la sección de televisión que a partir de ahora los seguidores del humor chanante tendremos una cita semanal los miércoles por la noche en La 2. El nuevo espacio, llamado Muchachada Nuí, recupera a casi todos los personajes de La Hora Chanante. Por su puesto, no faltará el mítico Gañan. Lo que más me gusta de este personaje es que parodiando al gañan rural, se ríe a la vez de los urbanitas. Como muestra, este consejo dedicado a la juventud urbana:

 

“Vosotros a lo mejor cuando vais al pueblo os dais cuenta de que hablamos distinto y a lo mejor os quedáis mirando y a lo mejor pensáis que somos tontos…¡Y a lo mejor lo que pasa es que os lleváis una hostia!”

 

Yo quiero seguir el camino abierto por el Gañan y pretendo ofrecer algunas lecciones sobre el mundo rural a la juventud de las capitales. Así que, tras esta larga introducción doy inicio a…

 

 

 

 

Soy más de pueblo que un arado. Capítulo 1: “No me los mentes, que me pongo malo”

 

Querido urbanita desconocedor del medio rural:

 

    Tú te piensas que la autoridad que más miedo da son los policías nacionales, pero vives en la ignorancia total. En el pueblo tenemos tres instituciones mucho más imponentes, cuya sola mención producen escalofríos en el lugareño más curtido. Por eso, si alguna vez vas al pueblo, ten en cuenta que son tema espinoso y mejor ni las nombres, porque igual te ganas una colleja que te saltan las gafas o lentillas.

 

    En primer lugar tenemos la Inspección de Trabajo. De esto hay en todos los sitios, pero en los pueblos acojona más. Generalmente afecta a dos colectivos: a) el empresario agropecuario; b) los jubiletas. El empresario agropecuario la teme porque suele utilizar irregularmente a jornaleros para sus labores. El concepto contrato es bastante desconocido, y nadie sabe que significa la frase “dar de alta en la seguridad social”. Hay quien dice que es un mito, como la Atlántida o la chica de la curva. El temor del jubileta a la Inspección es mucho mayor, llegando a darse casos de relajación de esfínter. El concepto “jubilación” es desconocido para el labrador, y muchos años después de empezar a cobrar la pensión, sigue trabajando el campo con su tractor Massey Ferguson destartalado. Y si viene la Inspección, pues se puede ir la paga a tomar viento, igual que los viajes del Imserso, que es lo que realmente horroriza al jubileta. Así que nada de bromas al respecto, tipo “abuelo, que viene la Inspección, deja la azada”, porque puede que la azada acabe en tu cabeza.

 

    La segunda institución que acojona mucho es el SEPRONA. Para el que no lo sepa, es la división de la Guardia Civil encargada de los delitos contra el medio ambiente. “De eso en los pueblos no hay”, pensarás… ¡No ni poco! Vertidos ilegales a los ríos, uso inadecuado de pesticidas, caza ilegal y un largo etcétera demuestran la sensibilidad del hombre rural por el medio. Son también muy temidos por pescadores sin licencia. Así, se dan escenas como ésta, en la que un grupo de pescadores es abordado por un agente:

 

            -¡Buenos días! ¿Qué, pican o no?

-Pues no mucho –dice uno de los pescadores, que tiene a su lado un cubo con unos veinte peces.

-¿Y esos de ahí?

-Ah, son sardinas de la costa, para el desayuno.

-Si, ya, ya. ¿La licencia?

-No, si es la primera vez que venimos, es para que el chiquillo vea campo…

-Pues el chiquillo debe de comer muchos petisuis, porque juraría que tiene treinta y tantos, y tiene más barba que la Pantoja.

-Si es que esta juventud viene fuerte…

 

La escena acaba con incautación de cañas de pescar y multa. Los pescadores se acordaran siempre mucho de la madre del guardia. Y del padre también.

 

La tercera autoridad que hace irse por la pata abajo es la AUTORIDAD. Esto es, la Guardia Civil, los “civiles”, los “picoletos” o “los malos”, que de todas las formas se los conoce. A la benemérita siempre se la trata con respeto, y más si te dan el alto. Generalmente te paran cuando vas con el tractor sin luces de seguridad, sin barrera de protección, sin los papeles de la ITV y con dos carajillos de güisqui en el cuerpo. Nunca se ha dado el caso de que den el alto a un tractor que vaya en regla. Ante los civiles no hay ninguna posibilidad; si te pillan, te joden vivo. Por eso, es habitual ver a gente que se los cruza por la calle y los saluda afablemente con una sonrisa, mientras murmuran “me cago en vuestra puta ma…”

 

Hasta aquí la lección de hoy. Es posible que en un tiempo ofrezca una segunda parte que os ilustre sobre la vida rural.

 

 

(P.D.: Insisto: agradezco vuestros comentarios y sugerencias. Sí, este artículo va dedicado especialmente a los almendrones. Y por favor, que alguien me diga que hay que hacer para salir en el Google, no me parece justo que sólo una minoría disfrute de mi sabiduría)

 

 

 

 

2 comentarios

Comentarista oficial de JB -

Buenas.
En mi opinión goza de gran calidad este artículo. Solo me cabe añadir, como puntilla, los peligros que entraña hablar en el pueblo de la protección de especies del medio rural. Me explico: Entrar en cualquier bar del bajo cinca, y comentar "que lástima lo del cernícalo primilla, otra especie que marcha a la mierda por culpa de plantar panizales... Pero si ha este rio lo llamaban matapanizos en sus tiempos..." Si formulas un comentario de este tipo en mi pueblo, más te vale que tengas un escondite mejor que el de ramoncin en el Viña Rock.

jhacko -

ola don oscar. No m e enterao na de na; pero m lo paso pipajajaj me parto toa la caja